El amor gitano, decía Federico García Lorca, es una voz milenaria. Es una memoria, una tradición, una verdad imperecedera. Y Nacional es un gitano. Pasan los años y no hay mayor verdad que Nacional y las finales. Todos buscan separarlos y ellos resisten, con la heroicidad de quien prefiere morir antes que perder el recuerdo. Una final es una excusa para Nacional hacerle frente a los invasores de la historia, los raptores de memorias.

Fútbol enlodado
La final de ida de la Copa Colombia se jugó en un barrizal. Sí, el fútbol colombiano tiene estas cosas. Son escenarios que invitan a imaginar al deporte rey en sus orígenes: un universo de caos donde la única certeza es el error, y donde no hay otra ley que la ley del monte. Pero es nuestro fútbol y así nos gusta: manchado de barro o gozoso en la arena.

Campuzano al rescate
Es la tierra que Marcelo Bielsa hizo suya. Y también Jorge Sampaoli. Es la tierra de los hijos del vértigo que van como rayos, alcanzando y siendo inalcanzables. En Chile, donde la pelota cobra velocidad de electrón, el Atlético Nacional de Jorge Almirón hizo su debut en Copa Libertadores y, en un partido más sufrido que jugado, se llevó un botín de esos que se llevan los que mejor la conocen.

El Vlacho que necesita Almirón
Nacional quiere el balón. Lo mima, lo protege, lo trata con recelo desde el mismo momento en que departe de su portería. Toque a toque se va acercando a su anhelado destino: instalarse y jugar en campo contrario. Y hasta ahí todo parece color de rosas.

Almirón en proceso y Búfalo en estampida
Lautaro Acosta, ex dirigido de Jorge Almirón, define al entrenador argentino por su “infinidad de variantes para salir jugando”. Una virtud que no le viene nada mal a Atlético Nacional ahora que, con Helibelton Palacios en lugar de Daniel Bocanegra, ha de hallar precisamente eso: variantes para salir jugando.

Toma y dame en Pacaembú
Muchos siglos atrás, en la Antigua Grecia, Heráclito dejó constancia de uno de los más sustanciosos aforismos que se recuerde: “nadie se baña dos veces en el mismo río”. Amén del filósofo, el mundo es el resultado del eterno flujo cambiante. Pero el hombre, caprichoso animal, no da tregua en su afán por hallar patrones, dar orden al caos y, en definitiva, forzar la idea de que las aguas del ayer guardan relación con el ahora.

Pudo ser para cualquiera
El barrizal del estadio Metropolitano hizo mella en la semifinal de Copa Colombia, donde Atlético Junior y Deportes Tolima no se sacaron mayor diferencia: no por paridad en su juego, sino por la ausencia del mismo.

Y encima crea
El Junior de Barranquilla confirmó su boleto a la segunda ronda de la Copa Sudamericana por un contundente 5-2 en el global. En 180 minutos, los de Giovanni Hernández demostraron un control ajeno a lo observado desde su aterrizaje a la Puerta de Oro de Colombia.

Fútbol o funambulismo
Ante todo, Junior es equilibrio. Generalmente se tiende a asociar un equipo con esta característica con un equipo defensivo o, siendo generoso, con uno conservador. Nada más lejos de la realidad. El equilibrio es el armado perfecto dentro de la cancha para que cada pieza de un equipo haga su labor de la mejor manera posible sin que esto afecte negativamente al conjunto.

Jarlan Barrera a espalda de William Parra
La marginación de Edison Toloza del plantel sirvió de excusa para inventar. Alexis Mendoza incluyó a Jarlan Barrera en la partida, y con esto le bastó para dominar el primer tiempo de la semifinal ante Atlético Nacional en el Atanasio Girardot. Barrera elevó el nivel de complejidad ofensiva de Junior.