Raro es, en la actualidad del fútbol, el entrenador que no le pide a su hombre más adelantado que deje de serlo en según qué momentos del juego, alejándose así de su teórico hábitat. Sean falsos o reales, estén más o menos dotados técnicamente, los centrodelanteros de hoy en día han ampliado su radio de acción más allá del área grande, han incrementado su participación y han diversificado el sentido de sus intervenciones. Es decir, como ‘9’ más puro y un auténtico definidor, estas nuevas reglas han convertido en especie en extinción a jugadores como Juan Fernando Caicedo.
Caicedo sobresale haciendo de boya en el juego directo
El fútbol de Caicedo gravita alrededor de dos especialidades muy concretas: el juego directo y el remate de cabeza. Centrándonos en lo primero, el antioqueño va a todas, choca en cada disputa y salta por cada balón, pero sin el control y la administración anhelada. Seguro no goza de los recursos técnicos de un Ovelar o un Cano para proteger la pelota y aguardar a la segunda línea, aunque lo intente con frecuencia, pero en lo que no tiene nada que envidiar a nadie es en bajarla del cielo y orientarla para que un compañero o él mismo puedan darle un uso positivo. Y como único receptor del balón en largo de su equipo, él continúa con autoridad porque se impone con diferencia. Considerando la simpleza y frontalidad que marca al sistema ofensivo del DIM, este recurso se sitúa en la pole como variante más recurrente.
A la hora de pesar e imponerse en el área desde el remate, Caicedo simplifica su aporte, y los hombres de banda son buena parte del secreto. Zambrano cuenta con Perlaza y Macías, dos laterales que tienen más peso en campo contrario que en el propio; pero también con Castrillón y Ricaurte, dos jugadores que han activado el esquema de extremos del técnico ecuatoriano. Así entonces, con el paso de la temporada, Perlaza, Macías y Castrillón centrando, Ricaurte nutriendo y Cano mezclando completarían las virtudes ofensivas del poderoso de la montaña en busca de su referencia aérea.
En su repertorio como delantero, el de Carepa destaca por movimientos muy característicos y determinantes en el área. Gracias a su corpulencia para pelearse con los centrales y a su potencia en los últimos metros, el DIM puede complementar y perfeccionar con certeza la movilidad y velocidad de Andrés Ricaurte, Bryan Castrillón o Germán Cano. Ellos tres, sin más soporte por parte de su nueve que la de fijar o empujar marcas, se están valiendo para tocar, desbordar y profundizar partido a partido. Mientras esto siga siendo así, la fórmula del éxito está garantizada, pues el Medellín hace rentable el concurso de Caicedo como segunda espada; porque en ataques más posicionales, frente a defensas más organizadas, le cuesta bastante involucrarse en una cadena de pases sin parecer algo torpe, pero cuando la tarea consiste en un solo gesto y de carácter instintivo, se inspira y le salen acciones tan productivas como letales. En general, pese a su físico, se trata de un ariete poco pensante. De ahí que, cuanto menos tiempo tenga para ejecutar, mejor futbolista parezca.